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Vivencias en el Mercado de Algeciras

Autor: José Ortega Díaz

Pi pipí…….pi pipí………..pi pipí……….¡¡JODER!!  Son las 4’30 de la mañana, a esta hora todo es automático, salto de la cama, voy al cuarto de baño, vuelvo al dormitorio, me visto y a las 4’45 estoy saliendo a la calle, arranco el coche y durante el trayecto voy pensando en la faena que tenemos por delante este día que no deja ser casi la misma de todos los días.
A las cinco de la mañana ya estoy en mi puesto de trabajo y os preguntaréis: ¿dónde va este hombre tan temprano?, pues voy a contaros mis vivencias de un día en el mercado.
Como decía, a las cinco de la mañana ya tengo las puertas abiertas de mi establecimiento, a esta hora la cosa está tranquila, se escuchan los motores de los vehículos de los camperos más rezagados que traen sus mercancías para dejarla depositadas en los almacenes de mayoristas para su posterior venta, algunas veces se oyen las voces destempladas de esos amigos de la noche y de la juerga que queman sus últimos cartuchos en los bares mas tempraneros.
Empiezan a llegar los primeros compradores que vienen haciendo “un  vuelo de reconocimiento” de mercancías, calidades y precios; estos compradores son los del mercado, tanto del interior como del exterior. Una vez que han terminado su reconocimiento por los demás almacenes, se reúnen alrededor de un café y comentan lo que han visto, para decidir dónde comprar. Esta operación es importante para ellos y para nosotros –los mayoristas-, ya que donde decida comprar este grupito, los demás también irán al mismo sitio porque entienden que es la mejor opción ese día.
Son las cinco y treinta, llega mi mujer, Milagros, que me acompaña en estos menesteres desde hace muchos años; pilar imprescindible para poder desarrollar todo este trabajo, yo me encargo de la parte comercial y ella de la administración.
En el exterior se perciben los primeros olores, el puesto de churros está abierto y notamos el olor característico del aceite calentándose, se escucha el trajín de sacar los puestos que se montan por el exterior del mercado.
Empiezan las primeras operaciones, “¿a cuánto vas a dejar estos tomates? ¿y las chirimoyas?, mira que me voy a llevar bastante”; los carrillos empiezan a moverse guiados por manos expertas y portan las filas de mercancías hasta la báscula para su peso y las sacan a la calle para su reparto.

Vivencia en el Cine Avenida

 Autora: Reyes Yera Guerrero
Era el año 1955, entonces yo tenía 13 años. Una mañana de verano llegó a mi casa mi amiga Juani Meléndez y me dijo: “Reyes, están echando en el cine Avenida una película de Parrish”. Ese era un artista americano muy guapo que a las niñas de aquella época nos gustaba mucho. Yo le dije que sí, pero mi madre me dijo que tendría que llevarme a mis hermanos también al cine y que sin ellos no me dejaba ir. Eso no le gustó a mi amiga Juani, que me dijo que no iba al cine con mis hermanos.
Entonces fui a la calle Buen Aire, donde vivía mi otra amiga, Carmen Repullo. Su madre dijo lo mismo que la mía, que tendría que llevar al cine a sus hermanos. Ella tenía a Fani, Juanito y Pilar, más pequeños que ella, y yo a mis hermanos José Luis, Esperanza e Inmaculada.
El cine Avenida estaba situado en la actual avenida de las Fuerzas Armadas, justo desde el edificio del doctor D. Jaime Font hasta el edificio de los militares. Era un trozo del parque, un cine de verano muy bonito. Recuerdo a mi abuela planchando los trajes y cancanes de las niñas, que se almidonaban. Yo parecía una princesita, como le decían las vecinas a mi made: “Va tu Reyita preciosa, como una princesita”.
Bueno, ya estábamos todos arreglados y dice mi madre que tenía que llevar una fiambrera con una tortilla y plátanos para que nos lo comiéramos en el cine y la metió en una talega. Entonces no había plástico. Yo dije que no llevaba la talega, pero mi hermano dijo que sí y la cogió. Yo llevaba un bolso grande de rafia que hacía juego con unas zapatillas también de rafia. Yo era muy coqueta, de siempre, desde que era una niña.
Ya por fin todo listo, nos fuimos a buscar a mi amiga Carmen, a la calle Buen Aire, y también ellos estaban preparados. Su madre había hecho pescado frito y una tortilla, parecía que se habían puesto de acuerdo para que tuviéramos que ir con la comida al cine, cosa que a mí no me hizo gracia ninguna.
Antes de ir al cine fuimos a comprar a un kiosco de la calle Sevilla. Llevábamos una peseta y compramos dos gordas de chufas, dos de altramuces, dos de regaliz y con las cuatro gordas que sobraban fue mi hermano a la Palma Real y compró pipitas de girasol, que estaban calentitas, acabadas de tostar.
Ya nos fuimos para el cine, que se nos venía la hora encima y no íbamos a coger buenas sillas. Teníamos las dos, Carmen y yo, dinero sólo para seis entradas, que costaban a tres pesetas cada una.
Yo compré tres entradas, en total nueve pesetas, y entramos mis tres hermanos y yo sin que el portero nos dijera nada, ya que mi hermana pequeña no tenía que pagar. Detrás de nosotros venía mi amiga Carmen a la que le dijo el portero: “Estas niñas mellizas tiene que pagar una entrada para pasar las dos”. Se estaba refiriendo a la hermana pequeña de Carmen y a la mía. Entonces le dijo mi amiga Carmen: “Usted no tiene ojos en la cara. Mi hermana no se parece en nada a esa niña tan fea”. La niña fea de la que hablaba era mi hermana. No vean como yo me puse, diciéndole de todo a mi amiga. Mi hermana era rubia, con unos ojos azules preciosos y llevaba puesto un peto blanco muy bonito. Yo, tocante a mis hermanos era una fiera. Bueno, el portero al final le dice que meta a las niñas en el bolso y al final nos dejó pasar a todos.
Comenzó el NODO, en el que siempre salían el fútbol, los toros y Franco pescando e inaugurando cosas. En ese momento, en el silencio del cine, Juanito le dice a su hermana: “Carmela, dame ya el pescado que tengo mucha hambre”. La hermana se lo dio pero él quiere más y para que se calle se lo da todo, mientras yo le decía: “Dale el pescado que nos van a echar a la calle”.
Yo a mis hermanos los controlaba, pero con Juanito no se podía. No pudimos ver bien la película porque Juanito también quería ir al servicio a cada momento. Mi amiga y yo dijimos que mejor hubiera sido quedarnos en casa jugando a las mariquitinas o a los cromos que haber ido al cine y que ya no iríamos más al cine con los hermanos.
Mi amiga Juani nos dijo después que ella sabía lo que iba a pasar y que por eso no había venido con nosotros.
Así fue mi juventud en la que yo era muy feliz.           

Esteban José Valdivia y Cabrera

Autor: Antonio Haro Camacho

Esteban José Valdivia nació en Algeciras el 4 de diciembre de 1898. Colaboró en diversos periódicos como “El Noticiero” y “La Defensa”, llegando a ocupar el puesto de redactor-jefe en este último. Escritor perteneciente a la Generación del 27, cultivó numerosos géneros literarios, aunque destacó su obra poética.
Aunque su obra no fue muy conocida en nuestro país, sí lo fue en Hispanoamérica, donde fue miembro de honor de la Academia Hispanoamericana Zenith de Heredia.
Tuvo problemas con la censura en la época de la dictadura de Primo de Rivera y cuando estalló la Guerra Civil tuvo que exiliarse en Gibraltar durante algún tiempo.
Murió en Algeciras el 1 de mayo de 1963.
De su obra poética destacamos: Poesías (1927), Rosas y espinas (1928) y los cuatro volúmenes de Arpegios (1953-1954). De sus novelas citamos: Amor y poesía (1955) y Cuando duele el alma (1956). También podemos destacar dos monólogos teatrales Mi suerte y La hora fatal de un poeta, escritos en 1918, así como cuentos y una obra reflexiva, Acotaciones de un bohemio, de 1960.
A título póstumo le fue concedida la Medalla de la Virgen de la Palma en el año 2000, así como se dio su nombre a una calle de la barriada de El Saladillo y a la biblioteca pública municipal de ese mismo barrio, todo ello gracias a la lucha y dedicación de su hijo Diego Valdivia para que se reconociese la figura de su padre.

La Calle Ruiz Tagle y Radio Algeciras en los sesenta

Autor: Manuel Gil González.

         Se iniciaba la década de los sesenta y en la sociedad española y por ende en la de nuestra ciudad, comenzaba a respirarse un aire fresco y nuevo. Principalmente y sobre todo, por un turismo que empezaba a invadir al país y  que nos traía nuevos modos y nuevas modas y por el impulso de la propia economía que empezaba a despegar con fuerza, dando lugar al inicio de una tímida pero imparable apertura que ya resultaría definitiva.
         En Algeciras, por su privilegiada situación geográfica, estos nuevos tiempos se acentuaban de manera notable, motivada especialmente por el continuo y tradicional trasiego de gente a través de su pujante Puerto.
         Por aquellas fechas, nuestra ciudad iba cambiando paulatinamente su fisonomía y en este trabajo nos detendremos especialmente en la remodelación de algunas calles céntricas, con preferente atención en una de ellas. Calles que aún exhiben parte de su pasado, aunque ya algo achacosas por el inevitable paso del tiempo.
         Serían éstas las calles Libertad, Rocha y Ruiz Tagle, todas ellas en perfecto paralelo, nacidas en la confluencia con la calle Sevilla y que a un mismo nivel serpentean cuesta arriba hasta desembocar en el cruce con la calle José Román, donde terminan los sectores reformados, y las tres en animosa cabalgada hacia nuestro querido barrio de San Isidro.    
Una vez citadas las tres calles hermanas, que fueron reformadas por la misma fecha, años 1960/62, nos detendremos exclusivamente en Ruiz Tagle, antiguamente denominada Jerez, ciñéndonos únicamente en su tramo hasta José Román, por haber sido protagonista en el año 1969 de un suceso que  pudo resultar grave y que al final quedó sólo en anécdota para comentar.
         Esta calle fue de siempre de animado paso de personas que transitaban hacia la parte baja de la ciudad, en busca del Mercado, del Puerto o del tradicional comercio que siempre ha caracterizado a esta zona. Pongamos por caso la emblemática calle Tarifa y otras adyacentes, y que luego regresaban normalmente por el mismo sitio, lo que daba lugar a un continuo paso de gente en uno u otro sentido.
         Mirada desde la calle Sevilla, la calle Ruiz Tagle presenta una primera subida escalonada y a continuación un espacio central, tipo jardinera, con naranjos y variadas clases de plantas, que daban y aún dan, un regalo a la vista y un apetecible frescor en verano, que se agradecía. A los lados del jardín central, aparece una parte empedrada formando unas continuadas eses de color blanco sobre fondo negro, que fue una novedad en las calles de Algeciras por aquellas fechas y que en la actualidad se sigue conservando. (Creo recordar que en el suelo de la desaparecida y añorada Escalinata, en sus distintas alturas, también se utilizó este mismo material).

En este tramo de calle existían cuatro patios de vecinos, de los cuales hoy día aún resiste uno, que daban a la convivencia cierto aire de familiaridad y cercanía entre sus moradores, por lo que cualquier problema o acontecimiento que sucediera a alguno de ellos enseguida afectaba a los demás. En la Algeciras de los sesenta todavía existía ese clima de pueblo cercano y afectivo que indudablemente hoy ya es parte de la historia.
En el número 25 de la calle estaban instalados los estudios de EAJ 55 Radio Algeciras, posteriormente incorporada a la cadena SER. Por la sede de la emisora, en aquella época, pasaban las figuras del momento que llegaban a la ciudad, siendo fácil recordar, entre otros, a Jorge Mistral, Primo Carnera, Manolo Escobar, Joselito, José Legrá (estos tres últimos en pleno apogeo de triunfo y popularidad), y sobre todo a un Raphael, ya figura nacional e internacional, que llegó a colapsar la propia calle y, por unas horas, casi la vida local.
Precisamente en las instalaciones de la radio, ocurrió un hecho singular que pudo terminar en tragedia y que si no llegó a tanto, fue porque Dios así lo quiso, no porque no se diesen todas las condiciones para ello.
         Fue en la noche del 14 de enero de 1969. La población era azotada por un fuerte temporal de levante. Sobre poco mas de la una de la madrugada, después de la emisión de un espacio radiofónico que tenía gran aceptación en la audiencia, dedicado a la gente de la mar, denominado “Ondas Marineras”, que presentaba el recordado Agustín Moriche. Los vecinos de la zona y con mayor sobresalto los residentes en el patio colindante con el edificio de la radio, oyeron un estruendoso golpe, seco, brutal y sintieron como las paredes y el techo de las viviendas parecían que se venían abajo. Más que sobresaltados, asustados, sin saber lo que pasaba, los vecinos del patio y de otras viviendas próximas, fueron saliendo al exterior y aterrorizados, veían o más bien tropezaban, con unos inmensos tubos, tronchados, no rotos, y con cables y mas cables esparcidos por todos lados. Como suele pasar en estos casos, lo primero que dejó de funcionar fue la luz eléctrica, lo que hacia aún mas dantesco el cuadro. Fueron momentos de gran confusión y si me lo permiten, de pánico. En esta larga madrugada, conforme fue pasando el tiempo, se pudo comprobar que el origen de todo era la caída de la antena de la emisora y que milagrosamente  no había ocurrido ningún tipo de desgracia personal. Como por otro lado, los cables no eran portadores de corriente eléctrica, poco a poco fue restableciéndose la normalidad, aunque con todo el susto del mundo en el cuerpo.
 Por último, y como colofón de este relato, es curioso hacer resaltar que en ningún momento se partió la antena en pedazos, que hubiese sido lo normal, sino que ésta quedó tronchada, en tantos trozos como obstáculos encontró en su caída, adaptándose a las alturas de las viviendas, y quedando tendida sobre las mismas, cuál alargado reptil que disfrutara tranquilamente de un profundo sueño.

De este hecho se hizo eco el  periódico, aquí está el enlace donde se puede consultar, ABC de Sevilla en un artículo publicado el 18 de enero de 1969

Calle Duque de Almodóvar

Autor: Antonio Haro Camacho

Esta calle se llamó Del Ángel, o simplemente Ángel, por una huerta que allí existía con ese nombre. En enero de 1909 el Ayuntamiento de Algeciras acuerda ponerle el nombre de Duque de Almodóvar, aunque no fue rotulada como tal hasta 1914. D. Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro (1850-1906), Duque consorte de Almodóvar del Río, fue un político liberal nacido en Jerez de la Frontera que ostentó en varias ocasiones el cargo de Ministro de Estado (actual Ministro de Asuntos Exteriores) y que presidió la Conferencia internacional de Algeciras de 1906. 
Recordemos cómo fue esta calle, comenzando el recorrido por la acera izquierda si venimos desde la calle Monet.
La primera casa que nos encontramos es la de una costurera, Pepa Torres, cuyo hijo era Ricardo González, restaurador de cuadros, que vivía en la misma casa, actualmente en ese lugar hay una peluquería marroquí. Seguimos con la casa de Miguel Pino y después con la de Holgado, donde se despachaba el aceite. Cuentan como anécdota que un día Holgado padre, descubrió que los trabajadores amarraban los bollos con una cuerda y los metían en los bidones de aceite y él, cuando se dio cuenta, los fue sacando poco a poco y los escurrió. Este lugar fue una escuela primaria y actualmente es un bazar marroquí.
Seguimos y nos encontramos con la casa del antiguo alcalde D. Emilio Morilla, donde se ponía la radio a todo volumen para que las gentes escucharan los partes de guerra. Esta casa perteneció también al torero Miguel Mateo Miguelín y más tarde a Eléctrica de la Jara. A continuación la pensión “El Almendro”, llamada así por un almendro que había en el patio de la casa. Seguían las pensiones “Fernández”, “La Malagueña” y “La Española”. Estas dos últimas, regentadas por el señor Padilla, iban unidas, una para viajeros y otra para las mujeres del cabaret. En esa pensión se dio un caso en que un señor tuvo un problema con una de las mujeres, dando lugar al cierre de la pensión que volvió a abrir un tiempo después con el nombre “Tetuán”, que aún lleva en la actualidad. 
En el número 15 se editaba el periódico local “El Noticiero”, luego hubo un taller mecánico regentado por Paco y José, abriéndose en ese mismo número la bodega de Palomino y Vergara. ¡Quién no se acuerda de aquellos chorizos al infierno que nos ponía Antonio!
Continuamos en la misma acera con la casa de Miguel Pérez, entrenador de fútbol local. En esa misma casa había una tienda de chucherías que traían de Gibraltar y la de Anita Palmiro, la que mejor bordaba en Algeciras. Seguía la casa de antigüedades de Santos Varona y el café del Puerto, que después fue Casa Arturo.
Cruzamos a la acera de enfrente. En la esquina estaba el bar de Andrés, que ponía en la puerta este cartel: “Hoy dos platos, pan, vino y postre, una peseta”. Continuamos con la casa de Nieto y la peluquería Alfarrace, hoy un bazar que está cerrado. Después la Administración de loterías que antiguamente había sido el Despacho central de RENFE; la peluquería de Esteban Luque, fundada en 1906; la pensión “La Sevillana” de la que era dueño Pepe Díaz y “La Alicantina”, donde había un salón con una orquesta para ver atracciones y escuchar música. Entre las calles Montero Ríos y Duque de Almodóvar la peluquería de Ramón Sánchez y en la esquina el Banco de Santander. Bueno, hasta aquí este paseo que espero os haya gustado.        

Cines de Verano

Autor: José Ortega Díaz

En esta nueva entrega de paseando por el recuerdo, quisiera rendirle homenaje, a esos locales públicos que durante décadas, fueron los encargados de entretener y animar a la sociedad algecireña, estos locales fueron los cines de verano.
En una época en la que no había muchas diversiones donde elegir, ni todavía la tele había llegado a su gran esplendor, estos locales fueron punto de encuentro de novios, de amigos, de familias, etc.
Fijaos si tuvo relevancia, que la única huelga que tuvo lugar en Algeciras en tiempos de la dictadura, fue por la subida del precio de las entradas de los cines de verano.
La mecánica mas o menos siempre era la misma: salíamos a pasear y entrábamos en el cine, amparados en la oscuridad nos fumábamos dos o tres cigarros Chester que previamente habíamos comprado en el carrillo que estaba en la puerta del cine, y allí estábamos el tiempo que duraba la proyección, tomando el fresco y oliendo a jazmín y dama de noche (bueno, esto de los olores agradables no era en todos los cines, porque algunos olían regular y además, contábamos con la siempre incomoda visita de los mosquitos).
Los cines, por esa época, eran administrados por dos empresas: una, la formada por los Sres. Armijo, Aldana, Soto y Casero, a la que pertenecían los cines Delicias, Fuente Nueva, Sevilla, Terraza, Cinema España y Mirador; y la otra formada por los Sres. Gallego y Acosta, que explotaban los cines Avenida y Alegría. En algunas ocasiones, también se utilizaba como cine la plaza de toros de La Perseverancia, pero ésta de forma más irregular ya que estaba más dedicada a los espectáculos flamencos que hacían sus giras en verano. ¿Os acordáis de los Carruseles de Coplas? Por este coso pasaron todas las figuras del cante flamenco  de la época: Farina, Caracol, Juanita Reina, Mari Fe, Juanito Valderrama, etc.; todas ellas acompañadas de un elenco de artistas que más adelante serían figuras, como Fosforito, Rocío Jurado, y tantos otros. En uno de ellos actuaban nuestro querido y añorado Trío Juventud, formado por  las admiradas Nena Calderón y  Ana María Espínola, acompañándoles a la guitarra rítmica Jesuli (padre de Alejandro Sanz), y que tuvieron su momento de gloria por aquel tiempo.
 Retornando a los cines, y siempre ciñéndonos a la época comprendida entre las décadas de los años 60 y los 80, recuerdo con especial cariño el Cine Sevilla porque era uno de los que más visitaba;  aparte de que era el que estaba más céntrico (se ubicaba en la calle del mismo nombre), era el cine que tenía mejor sonido. Allí sí se respiraba el olor agradable del jazmín y la dama de noche y si antes pasabas por Casa Calderón con sus caracoles y cervezas mejor que mejor. En este cine en algunas ocasiones se celebraron combates de boxeo.
Otro cine que frecuentaba era el Cine Avenida, en la avda. de las Fuerzas Armadas (entonces no se llamaba así). Este cine tuvo dos ubicaciones. La primera era un solar que quedaba entre el edificio de los militares y el edificio de la policía nacional, siendo la pantalla del cine la pared de la policía. En este cine también se celebraron combates de boxeo. Quizás este tema del boxeo por la repercusión que tuvo en su momento lo trataremos más detenidamente. La segunda ubicación del Cine Avenida fue en los bajos del Edificio Gallego que estaba en la misma avenida; este edificio estuvo parado en su construcción durante algún tiempo y los propietarios aprovecharon esta estructura  para montar el cine en el patio interior del edificio, con una particularidad, que si llovía te podías refugiar en los bajos del edificio que circundaban todo el patio. Cuando se reiniciaron las obras, el cine desapareció.
Otro cine muy frecuentado por cercanía fue el Cine Fuente Nueva.  Estaba en la calle del mismo nombre y allí no se olía a jazmín ni a dama de noche, el “perfume” nos venia de una fabrica de conservas que era medianera con el cine.
El Cine Alegría se encontraba al final de la calle Fuente Nueva. Éste lo frecuenté muy poco porque tenía un inconveniente, los mosquitos, que te devoraban.
En la calle Agustín Bálsamo, teníamos el Cine Delicias. Era un solar grande y agradable, con un inconveniente, cuando llegaba el tren  procedente de Ronda (El correo), durante unos minutos -a veces varios- no te enterabas de nada. EL 25 de Julio de 1959, festividad de San Pedro y San Pablo, a las puertas de este cine y debido a la huelga que comenté al principio, se produjeron incidentes con personas que querían entrar y los piquetes informativos, teniendo que intervenir la Policía Nacional.
En la calle Cid Campeador, se encontraba el Cinema España. Este cine no tuvo mucho éxito.
En la calle Pomponio Mela, teníamos el Cine Terraza y en la calle Millán Picazo estaba el Cine Mirador.
Como anécdota, recordar que las películas se pasaban de un cine a otro cada día, y algunas veces sobre todo los fines de semana, se repetía la misma película en dos cines. Como no había dos copias de la misma película, había un señor con una “Mobylette” (el amigo Rebolo), que era el encargado de llevar los rollos de un cine a otro, con un inconveniente, que si había algún retraso en la logística, había que encender las luces en medio de la proyección a la espera del rollo correspondiente, con el consiguiente choteo del público.
En la actualidad todos estos cines han desaparecido. Fueron devorados por la fiebre inmobiliaria y por el auge de la televisión que restó espectadores a estos locales haciéndolos deficitarios. Así el Cine Sevilla, se ha convertido en la Plaza Neda; el Cine Fuente Nueva, en una urbanización que lleva el mismo nombre; el Cine Alegría en otra urbanización que se llama igual; el local que ocupaba el Cine Avenida, fue bingo y tienda de chinos, estando vacío en la actualidad. El solar de lo que fuera el Cine Delicias lo ocupan dos bloques de pisos la ampliación de las instalaciones ferroviarias; el Cine Terraza en la actualidad es el aparcamiento de una gran superficie de alimentación, y si pasamos por allí, podemos ver la pantalla donde se proyectaban las películas. El solar del Cine Mirador también fue edificado, y el Cinema España lo ocupa un supermercado de la misma cadena que el que está en el Terraza.  
Y hasta aquí este paseo de hoy por nuestra Algeciras, la que nos tocó vivir, y a la que hoy desde la atalaya del tiempo recordamos con cariño y añoranza. ¡Hasta otra!

  




Los Arcos Viejos de Algeciras

AUTOR: Antonio Haro Camacho

La necesidad de llevar agua potable a la ciudad desde las sierras próximas fue un tema de interés a finales del siglo XVIII, pues aunque el río de la Miel abastecía a Algeciras, no había suficiente agua para una ciudad cuya población había crecido tanto. En 1768 el Ayuntamiento pidió licencia para poner unos impuestos especiales que permitiesen costear la obra. El rey Carlos III autorizó la propuesta, gravándose el vino y el vinagre con un real por arroba. Las obras comenzaron en 1777 y acabaron en 1783. El proyecto había sido realizado por el arquitecto D. Pablo Casaus y la obra la llevó a cabo el maestro alarife D. Pablo Díaz bajo la inspección del maestro fontanero Sr. Florindo, siendo alcalde de Algeciras D. Dionisio María Montalvo. La obras, que duraron seis años, suponían la construcción de los arcos sin contrafuertes, pero durante la construcción el maestro Florindo determinó la colocación de éstos para reforzar la obra que parecía inestable. Estos arcos se volvieron a reforzar cuando se instaló la línea de ferrocarril en 1892. El agua que transportaba el acueducto procedía del nacimiento de Las Minillas en El Cobre. Las primeras aguas llegaron a Algeciras a una primera fuente ubicada en el lugar denominado “El Tejarillo” el domingo 30 de marzo de 1783. A partir de entonces se llamaría este lugar la “Fuente Nueva”. También llegaría el agua a una segunda fuente situada en la Plaza Alta y a otra tercera en la Plaza Baja.
La altura del acueducto es variable según el terreno, alcanzando los arcos mayores (los que se encuentran en La Bajadilla) a unos veinte metros.
En el Museo Municipal de Algeciras se conserva la lápida conmemorativa de la construcción del acueducto que estuvo situada en el aljibe de la Fuente Nueva y que dice: “Reynando en España el Señor Don Carlos III, siendo alcalde mayor desta ciudad de Alxeciras el Señor Don Dionisio Montalvo, el 30 de marzo de 1783, se construyó esta mina que tiene de longitud DCC y fue principiada en 11 de junio de 1777 y costeada por el arbitrio concedido por el Supremo Consejo de Castilla sobre el vino vendido por menor para la conducción de aguas. Fueron diputados los señores Don Francisco de la Peña, Don Jacinto Monge, Don Damián Pereti y Don Joseph de Lima Thesorero”.  
Este artículo esta referido a los que fueron llamados en Algeciras “Los Arcos Viejos” y cruzaba el valle del río de la Miel, que como hemos visto se construyeron a finales del siglo XVIII. No debemos confundirlos con los denominados “Los Arcos” que se encuentran en la barriada de El Cobre y que fueron construidos en el siglo siguiente, concretamente entre 1841 y 1845.

Teatro Variedades de Algeciras

AUTOR: Roberto Godino Hurtado
El Teatro Variedades se trajo a Algeciras desde Cádiz para ser utilizado como atracción de la Feria Real de 1881. Se instaló en la zona de El Calvario (actual avda. Blas Infante), dando su portada al real. Los empresarios autores de la idea y propietarios del edificio fueron D. Fermín Muñoz y D. Juan A. Duarte, este último alcalde de Algeciras entre 1882 y 1885.
En 1882 el teatro se instaló, de manera definitiva, en una parcela propiedad de los dueños del teatro que formaba parte de los Jardines de Cristina (el lugar coincide con el del actual edificio de sindicatos junto al Parque María Cristina). La instalación permanente del teatro en los jardines dio lugar a una gran polémica, ya que las parcelas habían sido cedidas por el Ayuntamiento a particulares con la condición de que sólo se utilizasen como jardines y sin que pudiese construirse en ellas. D. Emilio Santacana, en su obra Antiguo y moderno Algeciras (1901), lamenta la instalación permanente del teatro, temiendo que fuese el comienzo de la desaparición de los jardines.   
El Teatro Variedades era de madera, con un techo a dos aguas que cubría longitudinalmente la mayor parte de la instalación y con dos anexos laterales que disponían de su propia cubierta. Se utilizó, durante sus treinta años de existencia, para la celebración de espectáculos en verano y en las fiestas de carnaval. 
Durante la celebración en Algeciras, en 1906, de la Conferencia Internacional sobre Marruecos tuvo lugar en el Teatro Variedades, concretamente el 15 de febrero, un magnífico baile organizado por el Casino de Algeciras en honor del Cuerpo Diplomático que participaba en la Conferencia. 
En 1912, con motivo del Carnaval, el artista algecireño D. José Román Corzánego dirigió la decoración interior del Teatro Variedades, en el que se colocaron motivos alusivos a esa fiesta para convertirlo en un gran salón de baile.
El Teatro Variedades desapareció, pasto de las llamas, la noche del 12 de junio de 1912. El incendio de una película de cine que se estaba proyectando fue la causa de la destrucción de este local.
En los siguientes enlaces podemos consultar noticias relacionadas con el Teatro Variedades: Diario ABC (crónica del baile realizado con motivo de la Conferencia de 1906); diario LA VANGUARDIA (noticia del incendio).     

Añoranzas

Autor: Francisco López Muñoz
Algeciras, situémonos en el periodo de los años 1945/1955. Mi  vida se desarrollaba principalmente por las calles del centro, las mismas de hoy en día, aunque conocidas algunas con nombres diferentes, “Convento, Ancha, Sol, Real, Colón, Panadería, Ventura Morón, Sevilla, Muñoz Cobos, Tarifa, Munición, El Mercado, La Marina, Plaza Alta”. Los domingos Misa Mayor a las doce en la Iglesia de La Palma, la oficia el Párroco Don Francisco, cura muy estricto y severo, los ejercicios espirituales con él eran terribles, yo lo tuve de profesor en 3º de bachiller y me suspendió en Junio; menos mal, que en Septiembre me examinó Don Miguel, el párroco de San Isidro, que era todo los contrario; simpático y mejor persona, y que por supuesto me aprobó.
Y después de la misa o por la tarde, el paseo donde nos encontrábamos todos los jóvenes. Siempre era el mismo, si partíamos del principio de la calle Ancha, “Tintorería Amaya” continuábamos hasta el final de la calle, bajábamos por “General Primo de Rivera”, Plaza Alta, callejón del Ritz y General Castaños. Al llegar a esta calle nos volvíamos hasta el principio y así vuelta y vuelta, una vez y otra.
Estudié el Bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media, hoy “El Kursaal”. Siento haber olvidado muchos de los nombres de los profesores, aunque recuerdo algunos, quizás porque fueron muy significativos, Don Aureliano (Director y profesor de Historia), la señorita Nieves (matemáticas), Pilar (lengua), Marina (Francés), Conchita (latín), etc., también recuerdo algunos de sus apodos, “La Latina”, “El Cabeza”, “La tita Concha”, “El Teacher”, “El Pescailla”.
Había una clase llamada “preparatoria”, donde preparaban a los alumnos para el ingreso, estaba a cargo del matrimonio Barberán (de cuyo hijo fui compañero de estudios). Siempre iban acompañados con su prole de discípulos. En el patio, las niñas hacían gimnasia, y nosotros los varones durante el recreo, nos íbamos a jugar al fútbol al Paseo del Calvario, junto al antiguo campo de fútbol del mismo nombre.
Teníamos dos asignaturas que considerábamos “terribles” por lo dificultoso de su aprobado y la rigidez de las profesoras, la señorita Nieves y la señorita Conchita, (por cierto que era monísima y joven. Terminó casándose con el “teacher”).
Fuimos un curso excepcional hasta el punto de que en 3º de bachillerato, nos eligieron para que fuéramos el primer curso donde se experimentara la enseñanza mixta, lo que acogimos con entusiasmo y alegría. También fuimos pioneros en el examen de la reválida de 4º (Bachiller Elemental).
Había una asignatura “Formación del Espíritu Nacional” que en principio la impartía Don Ventura y posteriormente el infortunado Fidel Tapia, y que se aprobaba sin problemas si pertenecías a la Falange. En 2º la suspendí en Junio, ya entonces destacaba como inconformista y ni siquiera me compré el libro. En Septiembre me aprobaron, aún no sé ni porqué, ni el motivo, ya que ni siquiera me presenté al examen.
El día del Patrón Santo Tomás de Aquino, se celebraba en el Paraninfo, donde los varones colaboraban en la actuación teatral, pero donde destacaban especialmente las niñas de los cursos superiores, con sus danzas y bailes.
Tuve la suerte y el privilegio, de compartir este excepcional curso con unos no menos excepcionales compañeros, como así lo demostraron luego en sus estudios y profesiones posteriores: Armengol, Barberán, Juan Peña, Sebastián, Natera, Ventura Morón, Crescencio Torés, Lechugo, Estero, Huércano, Mena, Nieves Saavedra, Mari Luz Pino, Carmen Torres, Moya, etc.
Si alguna pasión se sentía en la Ciudad, esta era el fútbol, y por supuesto, el equipo representativo el Algeciras C.F., aunque también arrastraran bastante afición algunos otros equipos locales, como “La Corchera”, el “Español”, el “Bomba” o el “Celupal”, e incluso los juveniles, el “Algecireño” o la “Acción Católica”, (a ambos clubs pertenecí).
Todos los partidos se jugaban en el mismo estadio, “El Calvario” ya que era el único que existía. ¡Cuántas vivencias guardo en mis recuerdos de aquel recinto!, indudablemente muchos más de espectador que de jugador. Recuerdo que en el espacio abierto de tribuna, junto a los vestuarios y durante los descansos, se ponía con un cesto enorme, (creo que se llamaba Sebastián) a vender avellanas. Vendía una enormidad y estaban exquisitas y calientes pues las llevaba recién tostadas.
Debido a que mi padre siempre estuvo vinculado a la directiva y teniendo en cuenta mi corta edad y “estatura”, me colocaba por delante del Presidente en el Palco. Que impresión más grande me llevé cuando le partieron la pierna al defensa derecho Caballero, (yo tenía 5 años) fue justo delante de mí, habiéndoseme quedado grabado para siempre aquellas impresionantes imágenes. ¡Qué alegría y que partidazo cuando remontamos un 0-3 a la Balona!, y cuando le ganamos 4-3 al Jaén, (gran favorito aquella temporada) con dos golazos de falta de Andrés Mateo, (mi padre me decía que no tenía una pierna izquierda, sino una guadaña). Y el partido de Copa que también ganamos a Las Palmas, líder de la Segunda División, donde jugaba el internacional “Guedes”; con un terreno totalmente embarrado y un Paco León inconmensurable.
Disfruté enormemente viendo jugadores extraordinarios: los algeciristas, Andrés Mateo, Antúnez, Loli, Bellido, Polo, Mata,  Guillermo, Loren, los hermanos León, Tapia, Pepín, Tarro, Periquito, Eduardín, etc., o los innumerables cedidos del Sevilla o repescados del ejército aprovechando el servicio militar, y algún que otro fichado especialmente, como los hermanos Herrera, Enrique ”de las vacas”, Oñoro, Seisdedos, Joaquín Calvo, Enrique Mata, Solís, Pilín, etc.
Donde hay fútbol, hay tertulias, y algunas de las más conocidas fueron las que se celebraban en la peluquería de Juan, (en la calle Ancha), en el Bar Sevillano, en el Café Español o en la Cervecería Universal.
Los resultados de fútbol, se ponían en una tablilla en la Panadería de “La Palma Real” (situada en la calle Ancha y donde se elaboraba el popular bollito de San Miguel). Había que ver la cantidad de público que se congregaba a su alrededor a la hora de la terminación de los partidos, y el ambiente que se creaba, según hubiera ganado o perdido el Algeciras o nuestro equipo preferido
También recuerdo la venta callejera de la Prensa. En cuanto llegaba el exprés de Madrid, alrededor de las doce, los vendedores se lanzaban a la calle como alma que lleva el diablo. El España de Tánger, el África Deportiva, el Marca, el ABC, el Dígame, el Siete Flechas, el Ruedo, el Caso, eran los periódicos más populares que ellos pregonaban. Era muy importante para ellos, llegar el primero a las zonas más concurridas, ya que quién lo consiguiera sería el que vendiera más prensa. Tengo un especial recuerdo de “el Pipa” que normalmente era quien cogía la delantera y porque jugué mucho al fútbol con él (era un excepcional jugador, muy habilidoso, no llegando a profesional por una afección pulmonar). Los hermanos Vázquez, que todavía continúan a día de hoy dedicándose a la venta de periódicos y revistas, regentando un kiosco en la acera de la Marina.
Por aquél entonces, disfrutábamos de varias salas de cine e incluso Teatro. Quién no recuerda el Casino Cinema,   por donde pasaron los mejores actores y actrices del momento. ¡Y las revistas! Siempre con una extraordinaria y cuidada puesta en escena. Y los cantantes más reconocidos, Concha Piquer, Marifé de Triana, Juanita Reina, Antonio Machín, etc. Por  cierto la primera vez que fui a un espectáculo teatral, fue para ver el de Juanita Reina, “Francisco alegre y olé”, aunque el que mejor  recuerdo o impresión me causó, fue aquél que contaba con el siguiente reparto: “El Caracol”, Lola Flores, Tony Leblanc y Nati Mistral (en aquél entonces los cuatro eran parejas).
En invierno funcionaba también el Cine Florida y con posterioridad el Fuente Nueva y el Terraza. En verano, los cines Delicias, Sevilla y Plaza de Toros, a los que posteriormente se sumaron el “Avenida, España, Alegría, Fuente Nueva y Cuesta del Rayo.
No puedo terminar mi relato sin hacer mención de otras de las desapariciones de mi pueblo. Las playas del “Chorruelo” y “Los Ladrillos”.
Las actuales del Rinconcillo y Getares, estaban muy alejadas, teniendo en cuenta los medios y las disponibilidades de desplazamientos que existían entonces, por lo que realmente de las que disfrutamos los algecireños de aquel tiempo fueron las primeras, que además tenían todo tipo de servicios, casetas, alquileres de barcas, chiringuitos (entonces kioscos) etc.
En aquella Algeciras, no había TV, a los futbolistas los conocíamos por los cromos, y a veces por el NO-DO, no existían los vídeos, tampoco había problemas de aparcamiento, Los niños no se llamaban Jonathan ni Jessica ni Vanessa. No merendábamos chóped, ni yogures, jugábamos en medio de las calles, y en las puertas de las casas departían al atardecer los vecinos. Era otra Algeciras y otra España, pero Algeciras ya era “ESPECIAL”.

La Virgen de los Dolores y su llegada a Algeciras

AUTORA: Reyes Yera Guerrero
La Guerra Civil española comienza el 18 de julio de 1936. El Sr. D. Baldomero Benítez Mondéjar hace una promesa que se dispone a cumplir al término de la guerra en 1939. Sale para Sevilla a cumplir la promesa que era comprar una imagen de la Virgen de los Reyes de la que era muy devoto, al punto que su hijo se llamó Reyes. Mi nombre, Reyes, también viene de ahí, ya que D. Baldomero no llegó a tener nietas.
Bueno, nos podemos hacer una idea de cómo se encontraba Sevilla después de la guerra civil, todo en ruinas. D. Baldomero estuvo buscando una Virgen de los Reyes por todos los conventos pero no tuvo éxito. Ya cansado de aquella búsqueda interminable, en el último convento, unas monjas le dijeron: “Llévese usted esta Dolorosa, que es igual una Virgen que otra, y aquí tenemos muchos niños huérfanos y no tenemos dinero para alimentarlos”. Como D. Baldomero era una persona muy buena y con un gran corazón la madre Superiora lo convenció y compró la imagen, pagando 20.000 ó 30.000 pesetas (tengo dudas de cuál de los dos fue el precio).
Se vino D. Baldomero para Algeciras y en el Hotel Garrido buscó a un señor, al que le decían “El Portugués”, que tenía un camión y se ganaba la vida haciendo portes. Marchan ambos para Sevilla en busca de la Virgen, encontrándose al llegar al convento a unos curas que les dicen que la Virgen no sale de allí. D. Baldomero, hombre de negocios, argumenta que tiene la factura de la compra de la imagen por la que pagó la cantidad acordada, y que está dispuesto a denunciar al convento. Llegan a un acuerdo y se traen a la Virgen en el camión liada en una manta. En Algeciras la donó a La Caridad o Iglesia del Carmen.   
Esta imagen sale en procesión por primera vez en el año 1940, siendo D. Baldomero el capataz del paso. Después su hijo Reyes la sacó muchos años, y al tener éste ya hijos, la saca su nieto Reyes Benítez Vega y su hermano Juan Benítez Vega. 
D. Baldomero siempre decía que alguien de la familia debía ser el que sacase a la Virgen, aunque murió y no conoció a sus nietos. En la actualidad vive un hijo suyo muy mayor, así como muchos nietos y bisnietos, para poder seguir sacando la imagen de la Virgen y cumplir lo que él quería.


¡Viva la Virgen de los Dolores!
Virgencita de los Dolores
que de Sevilla te trajo Baldomero
para que fuera la Reina
de su Algeciras querida