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Antonio H. Marcet, rejoneador algecireño

Autor: Antonio Haro Camacho
Antonio Hernández Marcet nació en Algeciras el 3 de agosto de 1898. Fue primero matador de novillo y como tal actuó en los años 1919 y 1921 en poblaciones como Cádiz, Algeciras, La Línea, Tarifa y Ronda. Fue profesor de equitación y prestó sus servicios en la casa Domecq.
Como rejoneador actuó por primera vez en la plaza de toros de Jerez. Aclaraba Marcet, con natural simpática modestia, en una entrevista en la publicación “El Ruedo”, “conste que yo tenía una categoría inferior a la de Cañero (el padre del moderno rejoneo español) y por ello actuaba donde él no rejoneaba”, añadiendo “Yo por aquel entonces rejoneé todos los sobreros que había en todas las plazas de España; mira si es así que no se recuerda haber rejoneado una sola corrida del mismo hierro, cuando eran dos reses las rejoneadas”.
La afición hípica le vino de herencia, ya que su padre era teniente coronel de Caballería y él desde los cinco años cabalgaba, a escondidas, el primer potro que caía en sus manos.
Tenemos constancia de actuaciones de Marcet como rejoneador desde 1924 y durante más doce años, en las plazas de Granada, Algeciras, Málaga, Barcelona, Madrid, Alicante, Gerona, Vinaroz, Huesca, Tortosa, Valladolid, Tarragona, Sevilla, Santander, Málaga, Marsella, Nimes, etc.
Algunos detalles de su carrera taurina, entre los muchos que podríamos destacar, son los siguientes:
En España fue el primer rejoneador que banderilleó a dos manos, en 1925, en la plaza de Gerona, alternando con Méndez, Rodalito y Andaluz.
Debutó en Barcelona, en la plaza de “Las Arenas”, con buen éxito en el verano de 1926.
En 1927 se presentó en Madrid, en la plaza de Vista Alegre.
En el año 1930 rejoneó 23 corridas de toros, pagándosele 6000 pesetas en cada una.
El 3 de octubre de 1933 toreó en Madrid una novillada del ganadero Mariano Bautista, en la que el cronista decía: “yo no sé qué decir de este caballista. Todo el público recordaba, viéndole cabalgar, a Simao Veiga, Cañero y El Nuncio, pero el único que no recordaba a ninguno seguramente era el sr. Marcet, con la elegancia que manejaba el caballo”.
Tuvo una grave cogida, en la que un toro de Veragua le metió el pitón en la boca, sacándole tres dientes e hiriéndole el paladar, todo ello sin desmontarlo del caballo.
Otras cogidas, cuando echaba pie a tierra, las sufrió en Málaga en 1924, Nimes en 1927 y Barcelona en 1929.
También tuvo algún fracaso, como el de 1933 en Madrid, con un toro que hubo que matar al no ser capaz de hacerlo el rejoneador Antonio Marcet.  
Se retiró en 1936, a petición de su esposa Blanca Guardiola Ruidor, con la que vivió en Barcelona, continuando en esta ciudad como profesor en su escuela de equitación.

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