Bienvenidos a nuestro Blog. Esperamos que sea de vuestro interés.

Recuerdos de Juan González, el barbero de la plaza Alta

Autora: Mercedes Gómez de Barreda Lara

D. Cristóbal Delgado Gómez, en su obra Cosas de Algeciras (1989), nos cuenta una historia del barbero de la Plaza Alta y alcalde de Algeciras D. Juan González Olmedo, haciendo referencia al hijo de éste, D. Juan González Soto, también barbero y que actualmente tiene rotulada con su nombre una calle en la barriada de la Cuesta del Rayo. Este texto, que reproducimos a continuación, lo hemos trabajado con los alumnos de algunas de las clases de nuestro Centro. 
En la parte baja de lo que ahora es el edificio donde está Radio Algeciras (en la Plaza Alta), hubo hasta hace pocos años una barbería famosa, la de “Juanito González” porque así lo llamábamos cariñosamente. Su nombre era Don Juan González Soto, y por su caballerosidad y hombría de bien le han puesto recientemente su nombre a una calle, en las proximidades del Campo de fútbol. Murió Juanito González en 1977.
Ya hemos hablado de la barbería de Juanito González, en la plaza Alta; pues bien, el padre de este señor, también fue barbero, y además alcalde de nuestra ciudad, allá por los años 1918 ó 1919. Y desempeñó bien su cometido, según comentaban los periódicos de la época.
De este señor se cuenta una anécdota que yo leí en un recorte de periódico de aquellos tiempos, y que más o menos, ocurrió así:
Estaba él en su barbería una mañana dedicado a atender a los clientes, cuando se presentó un soldado y le dijo:
- ¿Usted es Juan el barbero?
- Yo soy –respondió el aludido.
- Pues de parte del General, que vaya usted al Gobierno militar.
- Dile que voy enseguida –prometió el barbero.
Y nuestro hombre cogió el maletín con los útiles de su oficio, y se presentó rápidamente en el Gobierno militar.
Apenas entró en el despacho, sin darle tiempo al General a reaccionar. Le interrogó:
- ¿Qué desea, pelado o afeitado?
El militar lo miró estupefacto. Cuando se repuso de su sorpresa, aclaró:
- Pero, hombre, por Dios… Yo le llamo para una cosa del Ayuntamiento.
- Pues entonces –replicó muy serio el barbero- tendrá usted que llamar a D. Juan González Olmedo, Alcalde de la ciudad.
Y, dando media vuelta, se marchó por donde había llegado.
Aquello, por lo visto se comentó tanto que la prensa de entonces lo publicó. Yo se lo oí contar muchas veces a su hijo.

Una vez leído el texto anterior, la alumna Mercedes Gómez de Barreda nos cuenta los siguientes recuerdos relacionados con los personajes referidos por D. Cristóbal:

La barbería de D. Juan González estaba en los bajos de la casa de D. Juan Lizaur y cogía toda la esquina de la plaza Alta, desde la calle del Santísimo, hasta la calle Rocha.
Allí en la esquina vivía el hijo del barbero, que era el padre de Juanito González, que es amigo de mi hermano José María.
Todos los fines de años la familia de Juan González invitaba a cenar a mi hermano. Mi padre y yo siempre íbamos a recogerlo.
Al padre yo lo veía ya muy viejecito, con su babi blanco, por la plaza Alta. Yo tendría trece o catorce años.
D. Juan Lizaur creo yo que había sido abogado. Ya muy viejecito iba a la escuela de mi padre, pues allí vivíamos y él venía a cobrar los recibos de la Hermandad del Nazareno, y mi hermano José María y yo íbamos corriendo a recibirle. Era muy cariñoso con los niños y nos acariciaba el pelo.
Este creo yo, era hermano mayor del Nazareno. Eso sería en el año 1948, 1949 ó 1950 ... Cuando yo era adolescente , salíamos a pasear por la tarde desde la calle Ancha hasta la calle Prim, donde estaba la librería Nogue, vuelta arriba y abajo, el portal de D. Juan Lizaur en la plaza Alta era donde nos reguardábamos de los chaparrones en invierno.

Las dos primeras imágenes que ilustran este artículo proceden de la dirección sites.google.com/site/histalgimagenes/. A esta página, denominada “Historia de Algeciras en Imágenes” se puede acceder desde un enlace de este blog.  

Las Plazas de Toros de Algeciras

Autor: Roberto Godino Hurtado
En 1762, los Padres Mercedarios de Algeciras solicitan licencia para la celebración de corridas de toros. Estas tenían como objeto la recaudación de fondos para la construcción de la capilla del Convento de la Merced de esta ciudad.
La primera corrida documentada en Algeciras tuvo lugar en 1765, año en el que se accedió a la petición del Padre Comendador del Convento de la Merced, concediéndose licencia para que durante 3 años se pudiesen celebrar ocho corridas anuales. Estas primeras corridas tuvieron lugar en el patio del matadero de la ciudad.
En 1805 y 1814, se celebran corridas de toros en plazas provisionales. Uno de los lugares donde se instalan es en la plaza Baja, actual mercado, que en aquel tiempo se encontraba diáfana y permitía el montaje de una estructura de madera de forma poligonal.
En 1850, con motivo de la celebración de la primera Feria Real de Algeciras, se hace evidente la necesidad de construir una plaza de toros que de dignidad a los festejos. Este primer año de feria, no obstante, los festejos siguen teniendo lugar en el patio del matadero.
El Ayuntamiento propone una suscripción popular para la construcción de una plaza de toros pero no consigue completar la cantidad necesaria. El proyecto es retomado por un grupo de particulares que crean una sociedad mercantil, con un capital en acciones de 400.000 reales, para la construcción de una plaza de toros, en terrenos cedidos por el municipio. Se construye la plaza, conocida como La Constancia, en los mismos terrenos que después ocuparía La Perseverancia. Era ochavada, con paredes exteriores de mampostería y con graderíos de madera. La construcción fue muy precaria, y tenía escasa calidad y poca solidez. En esta plaza ya se celebrarían los festejos de la segunda Feria, la de 1851, y las sucesivas hasta 1865, en que su mal estado hizo necesaria la construcción de una nueva plaza, con carácter definitivo, en el solar que ésta ocupaba. La inauguración de La Constancia había tenido lugar el domingo 1 de junio de 1851 y en ese primer festejo actuaron José Redondo “El Chiclanero” y Manuel Jiménez “El Cano”, ambos de Chiclana. En este enlace con el periódico "El Heraldo" de 25 de junio de 1851 podemos leer las crónicas de las corridas de los días 2 y 3 de junio. Estas crónicas comienzan en la parte inferior de la primera columna de la tercera página.     
El mal estado de la plaza, a pesar de los arreglos que se le habían realizado en 1863, hizo que se disolviese la sociedad propietaria y que se vendiese la finca en pública subasta en mayo de 1864. La finca se transmitía en pleno dominio por parte del Ayuntamiento a los nuevos propietarios y en las mismas condiciones que se habían impuesto a la anterior sociedad, esto es, de que éstos reedificaran la nueva plaza, de que sólo se utilizase el edificio para celebrar festejos taurinos y de que pagasen una renta anual al Municipio de 12 reales. Además se comprometían a celebrar en esa nueva plaza los festejos de la Feria de 1866.

La Feria Real de Algeciras


Autor: Roberto Godino Hurtado
La Feria Real de Algeciras comienza su historia cuando el 28 de febrero de 1850 es concedida la autorización por la reina Isabel II, a través de Real Cédula, para la celebración de feria en el mes de junio. El Ayuntamiento publica el primer cartel de La Real Feria el 9 de mayo, anunciándose su celebración los días 1, 2 y 3 de junio de ese año de 1850.

Programa de la Feria Real de 1920

El primer lugar de celebración fue delante del antiguo cuartel de Infantería, concretamente en la actual avenida Blas Infante, delante del parque. La feria de ganado se celebraba en los terrenos que hoy ocupa el ambulatorio Menéndez Tolosa. Este lugar de celebración se mantuvo hasta 1869.
A partir de este año, y hasta 1957, pasa a celebrarse a la parte alta de la actual avenida Blas Infante, convirtiéndose en un paseo que iba desde la calle Ancha hasta las escaleras de la plaza de toros “La Perseverancia”, que había sido inaugurada en 1866. El ganado pasa a un cerro cercano, entre los actuales edificios del Instituto Kursaal y la Biblioteca Municipal, que se denominará, a partir de ese momento, Cerro del Mercado. Esta ubicación es la que apareció en el cartel del año 1977. La Feria de Algeciras tuvo un especial impulso a partir de la década de los 80 del siglo XIX, mejorando sus instalaciones y aumentando el número de festejos taurinos. 
En 1929, al hacerse el cerramiento del parque se modifica el acceso a la feria a través de una escalinata que coincidiría con el comienzo de la actual avenida de las Fuerzas Armadas. La feria ya tenía en esta época gran resonancia lo que produjo la ejecución de más paseos para su instalación, así como el derribo provisional del cerramiento del campo de fútbol “El Calvario” para la ubicación en su interior de atracciones y casetas. De esta época procede el Casino Cinema, que fue la caseta nueva que construyó el Casino de Algeciras en 1915 para sustituir otra anterior, de madera, que databa de 1880. Este pabellón ferial pasó a ser teatro y cine hasta su demolición en 1970.
A partir de 1957, y durante diez años, la Feria pasa a instalarse en un paseo a la espalda del parque, utilizándose como paseo de acceso a la misma la nueva avenida de las Fuerzas Armadas, al principio de la que se colocaba la portada. El mercado de ganado se instalaba en los terrenos donde se encuentra actualmente la barriada de La Reconquista.
El continuo crecimiento de la ciudad dio lugar a que a partir de 1967, la instalación de la feria pasara a los terrenos donde permanece en la actualidad. Durante estos años además de la construcción de la plaza de toros “Las Palomas” en 1969, la zona ha tenido notables cambios en cuanto a su configuración, como ha  sido la aparición de urbanizaciones a su alrededor, la nueva autovía (1992), grandes superficies comerciales, etc. que han dado lugar a que aquel alejado descampado al que los algecireños no querían ir a celebrar su Feria hace casi cuarenta años, se haya convertido en un lugar tal vez demasiado poblado y céntrico como para que se pueda seguir celebrando allí.
Por otro lado, la desaparición de edificios emblemáticos de las ferias de antaño como fueron La Perseverancia y el Casino Cinema en los años setenta, así como la lógica edificación de nuevos edificios en esa parte de la ciudad, han hecho desaparecer todo vestigio del lugar que ocupó la Feria Real hasta hace unos cincuenta años.


 
 

Las inundaciones en el "Llano de la Junquera" en diciembre de 1968

Autor: Sebastián Pérez Pérez
El pequeño relato o vivencia que voy a contar sucedió la noche del 18 de diciembre del año 1968, fecha que recuerdo porque fue mi primer año en Algeciras, y conservo un documento alusivo a ese día.
El llano de la Junquera, fue una barriada de lo más pobre de Algeciras y que recuerdan la mayoría de algecireños. Situada en lo que hoy es la calle Aguamarina, en la franja de terreno entre la vía del ferrocarril de la línea de Algeciras a Los Barrios y el río de la Miel (que en esa época no estaba canalizado y discurría unos metros más a la derecha que ahora) desde la Cañada de los Tomates hasta los almacenes de materiales de Andrés Pérez, más o menos. Posiblemente su nombre le venga de los juncales que habría al borde del río. En esta llano se habría establecido gente de lo más humilde, desheredados de la fortuna, pescadores, obreros, parados, venidos casi todos de otras poblaciones a buscarse la vida, que pasaban mil apuros para al menos comer todos los días. Había  muchos de etnia gitana, en la que como norma general, pocos son los adinerados. También cuentan que muchos venían de otras zonas de Algeciras también deprimidas y empujados por las nuevas construcciones que se hacían en éstas, como las barriadas del “Hotel Garrido” y el “Campo Chico”. Menos mal que en esa época aún no había proliferado la droga, si no hubiesen sido terribles los estragos que habría hecho en esa población.
La barrida en sí estaba compuesta por un conglomerado de chabolas o barracas hechas con todo tipo de materiales de ínfima calidad; uralitas, chapas, tableros, maderas etc., distribuidas a todo lo largo y ancho de la franja, sin orden ninguno, con callejuelas estrechas, polvorientas o embarradas, basuras, etc., y sin servicios de ninguna clase.
Parece ser que ya el Padre Flores había trasladado  a muchas familias  a la barriada que lleva su nombre en 1960, pero en el año 1968 todavía estaba el barrio atiborrado; posiblemente la mayoría de sus moradores eran nuevos. Ya en los años 70 desapareció la barriada y sus ocupantes ubicados en otras.
Habrá muchos de los que lean este artículo que sepan mucho más que yo de este tema y me puedan rectificar, pero para que se pueda entender mi relato me veía en la obligación de señalar un poco lo que sé de oídas.
Yo había llegado a Algeciras unos meses antes, con 20 años, procedente de la escuela-academia de Córdoba de militares en prácticas del Regimiento de Ferrocarriles, donde había estudiado para Factor de Renfe y pude venir a  Algeciras a realizar las prácticas en las dependencias de la estación de Algeciras, junto con mi compañero Pedro Ríos, que sí era algecireño. A partir de mi llegada prestaba diversos servicios en facturación de equipajes, telégrafos, consignas etc. Dormía en unas dependencias al efecto para los militares en la misma estación y comía donde podía o me alcanzaba.
El día 18 de diciembre de 1968 fue un día de temporal de esos malísimos que de tarde en tarde nos regalan aquí en Algeciras. El viento, de una velocidad superior a los 100 Km por hora, causó múltiples destrozos, como una palmera que arrancó de cuajo en el patio del colegio Huerta de la Cruz cayendo sobre el edificio y dejando sin colegio a los niñas al día siguiente. Los barcos no salieron a la mar y el vestíbulo de la estación se llenó de viajeros que no podían embarcar. También arrancó el viento ramas de eucaliptus junto a la vía entre Algeciras y San Roque, cortando el tráfico durante horas. El aguacero fue imponente, inundando la estación y toda la explanada de la entrada. Mi compañero Pedro no se pudo ir a su casa por el agua. Como yo dormía en la estación,  estábamos ambos a la espera de que mejorase el tiempo jugando a las cartas en mi habitación sobre las 22 horas.
Llaman a la puerta, abrimos, y nos encontramos a D. Miguel Calleja, Jefe de estación, que sin más nos dice “niños, prepararse que os vais en un tren de socorro a sacar gente del llano de la Junquera, que el río  se ha desbordado y se han inundado”. Como en este tiempo la cosa era ordeno, mando y obedece, y a nosotros nos tocaba obedecer, pues nada, a sacar gente. Yo no sabía lo que era el dichoso llano, ni dónde estaba, sino que estaba cayendo la mortal y no tenía ropa de agua. Por lo visto las inundaciones eran frecuentes y el Gobernador Civil, el Alcalde o quien fuese, había solicitado este tren.

El Parque de Intendencia de Algeciras


Autora: Encarnita 



Si observamos atentamente la imagen aérea de Algeciras de 1929, nos encontramos en la calle Alfonso XI con un edificio de dos plantas y con patio interior, junto al que se encuentra el acceso a otro patio mucho más grande, que lindaba con la parte posterior de la Comandancia de la Guardia Civil de la calle Ancha. Estas instalaciones militares pertenecían a la Comandancia de Intendencia.
El edificio del Parque de Intendencia de Algeciras era un inmueble que se encontraba en la calle Convento (Alfonso XI), entre el Hospital Militar y la posada (que hacía esquina con la actual avenida Blas Infante), que estuvo en esta calle hasta principios de los años sesenta del siglo XX.
La fachada principal era sencilla, de dos plantas, y con dos portalones. El portalón principal, frente a la calle Sáenz Laguna, daba entrada a un patio formado por una galería de columnas y arriates con rosales. En este patio cuadrado había dos escaleras; la más grande situada en el lado derecho conducía a las oficinas.
En la parte frontal estaba situada la panadería y había también una habitación donde se cosían los sacos; en el lado izquierdo se encontraban otras escaleras para subir a la casa del Comandante.
El segundo portalón daba, a través de un pasillo, al segundo patio, muy grande, donde estaban en la lado izquierda la carpintería y la herrería, y en la parte derecha los garajes. Recuerdo que en el centro del patio siempre había un gran montón de leña y junto a las ventanas de la panadería una enorme báscula.       
La última imagen que ilustra este artículo procede de la dirección sites.google.com/site/histalgimagenes/. A esta página, denominada “Historia de Algeciras en Imágenes”, se puede acceder desde un enlace de este blog.    

El “Olterra” un petrolero que sin navegar participó en la II Guerra Mundial

Autor: José Ortega Díaz

Hoy quiero recordar unos acontecimientos históricos que sucedieron durante la II Guerra Mundial. No trato de hacer una crónica de ningún acontecimiento bélico, solamente comentar como miembro de este grupo de patrimonio, unos hechos que sucedieron en el puerto de Algeciras durante esta contienda y que han estado mucho tiempo en el cajón del olvido.
El “Olterra” era un petrolero de 4.995 toneladas, matriculado en Génova, al que sorprende la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial cuando se encontraba fondeado en nuestra Bahía de Algeciras. Intentar salir del puerto a mar abierto le convertiría en un blanco de la artillería británica, así que su armador, siguiendo instrucciones de las autoridades italianas, decide encallarlo y casi hundirlo frente a Puente Mayorga, repatríando a su tripulación y dejando sólo un retén a bordo para evitar que por la leyes del mar fuera confiscado.
Así pasó un tiempo hasta que la Marina Italiana, siguiendo los consejos de Valerio Borghese, surgiere convertir el barco en base secreta para los torpedos tripulados que se iban a emplear contra los buques aliados apostados en Gibraltar. La idea gusto mucho a los mandos de la Marina Italiana, que mandan a España a un técnico de la marina llamado Antonio Ramognino, casado con la española Conchita Peris del Corral, que con el pretexto de que su esposa, por prescripción médica, necesitaba tomar baños de mar, se instala en Puente Mayorga sin levantar sospechas. El matrimonio residirá en Villa Carmela que se convierte por su proximidad al “Olterra” en cuartel general de las operaciones.
Se trató con el armador sin revelarle en ningún momento el verdadero motivo del interés por su nave, y simplemente se le dijo que era necesidad de la Regia Marina. El armador se mostró comprensivo y colaborador. Una firma española de recuperación marítima recibió el encargo de reflotar el barco. El armador genovés, dueño de la nave, tenía la intención de ponerla a punto y vendérsela a una sociedad española que le había hecho una buena oferta. En breve tiempo el navío fue reflotado y remolcado al puerto de Algeciras; al estar inmovilizado por su larga permanencia bajo el agua y estar su maquinaria y la caldera inutilizada, fue amarrado en lugar apartado de la zona externa del muelle, en el rompeolas.
A partir de aquí se va renovando poco a poco el pequeño retén civil que permanecía en el barco por una nueva tripulación militar perteneciente a la 10ª Flotilla M.A.S., cuyos miembros eran oficiales y suboficiales especialistas en ataques con los llamados torpedos tripulados y personal mecánico, todos ellos llegan a España como turistas, desembarcando en Cádiz y trasladados hasta Algeciras por carretera. De la antigua tripulación solamente se quedaron el capitán Amoretti y el jefe de maquinas De Nigris. Su permanencia bordo tenía el cometido de hacer que no se levantaran sospechas por parte de las autoridades españolas, pues ellos permanecían en el barco desde el principio de la guerra y se habían hecho familiares a los controles de vigilancia españoles.
Bajo la disculpa de la puesta a punto que todo barco necesita tras un largo periodo de inactividad, se embarcan herramientas, sopletes y demás materiales necesarios para los trabajos de acondicionamiento del buque. Para la prueba de dosificación y hermeticidad al agua, se creó una especie de piscina inundando una bodega.
Posteriormente se procedió al carenado y reforma de la nave en la parte izquierda. Los trabajos en el exterior se protegieron con unos toldos y se disimularon con varios marineros que rascaban y pintaban el casco. En el lado izquierdo se practicó una apertura de 1’20 por 2 metros. Se creó así un pasaje directo desde la bodega inundada hasta el mar abierto a través del cual los torpedos tripulados saldrían inadvertidos. Todo esto se hizo delante de la vigilancia española y de la gran cantidad de agentes ingleses que se encontraban en la zona (desde el consulado británico, Villa Victoria, en el Paseo de la Conferencia, se divisaba perfectamente el barco). Nadie se dio cuenta.
Quizás en este “nadie se dio cuenta” tuvo mucho que ver la actuación del matrimonio Ramognino y Conchita. Fernando Orgambides, en su escrito “Asomado al mar 4”, sostiene que habían sido dos de los agentes secretos más importantes de la Marina Italiana capaces de sortear a los militares españoles que estaban desplegados en las costas gaditanas. Cuando no comprarlos. Porque de hacer efectivos los sobornos se encargaba el vicecónsul de Italia, Germánico Bordigioni, un hombre que se llevaba estupendamente con el capitán de navío Carlos Regalado López, comandante militar de Marina de Algeciras, y con el teniente de navío Manuel Romero Hume, responsable de la Ayudantía de Puente Mayorga.
Poco a poco el barco se va transformando interiormente. En otoño de 1942 Visintini se dirige al mando de 10ª y presenta el informe de su misión, “el buque ya es operativo como taller de montaje y plataforma de salida para los torpedos tripulados”.

Diego Olivé Rodas, "Morenito de Algeciras"

Autor: Antonio Haro Camacho

Hijo de familia humilde, nació en Algeciras el 12 de noviembre de 1872, dedicándose desde muy pequeño a las faenas del matadero, donde adquirió hábitos y aficiones para la profesión que más tarde habría de emprender. La afición por el toreo le costaron bastantes disgustos en el seno de su familia, hasta que convencidos sus padres de que el chico no trataba de corregirse en sus deseos de ser torero, tuvieron a bien de dejarle que hiciera su gusto, y desde aquel entonces comenzó con verdadero ahínco su aprendizaje taurino.
Empezó como banderillero con su paisano “El Tuerto” (Bomba) y en las cuadrillas de “El Marinero”, Potoco y Rebujina. Embarcó en 1894 con estos diestros para América, participando en 86 corridas. En una de ellas, en la plaza de Guanajanuto, al poner un par de banderillas al quiebro (suerte que ejecutaba con gran limpieza) fue alcanzado por el bicho, sufriendo una herida de importancia en el muslo derecho que le retuvo bastante tiempo en cama. Regresó a España en marzo de 1895. Después, siendo empresario de la plaza de toros de Algeciras su paisano Manuel Sánchez del Campo “Cara Ancha”, figuró de banderillero en las corridas de Feria del año 1895 en la cuadrilla de Antonio Fuentes, que a petición del público, le cedió matar el último toro de la tarde. Como banderillero formó parte también de las cuadrillas de “Guerrita”, Faico, Bonarillo.
Como novillero se dio a conocer en Sevilla, debutando en marzo de 1896 en la plaza de Madrid, alternando con Tortero y Gavira, teniendo además esa temporada contratos en las plazas de Granada, Cádiz, Jerez, San Fernando, La Línea, Algeciras y tarifa. El año 1897 volvió a América con Bonarillo y Pailla, haciendo una brillante campaña en las plazas de Santiago de Cuba, Caracas, Cartagena y Medellín, volviendo a España el 28 de abril de 1899.
Morenito de Algeciras tomó la alternativa el 20 de julio de 1902 en Barcelona, siendo su padrino Antonio Fuentes y el testigo Bombita, toreando reses de la ganadería de Concha Sierra. En el siguiente enlace con el periódico “El Imparcial” del día 21 de julio de 1902, en la columna central de la cuarta página, podemos leer una crónica de la corrida de su alternativa. La confirmación de su alternativa tuvo lugar en Madrid el 31 de agosto de 1903 con reses de la ganadería de Palha. Como curiosidad podemos comentar que antes de su alternativa oficial en Barcelona en 1902 había tomado una alternativa en Algeciras el 3 de junio de 1900 en Algeciras, pero después de ella siguió actuando como banderillero.
Durante su carrera sufrió bastantes cogidas, algunas de gravedad, entre las que destacamos las siguientes: la antes mencionada en Guanajanuto, el 8 de junio de 1897 al ir a matar en nuestra plaza de Algeciras sufrió una herida de consideración, el 15 de agosto de ese mismo año en la plaza de Cádiz, y también en 1897 el 8 de septiembre en Tarifa al ser cogido por debajo del brazo; el 27 de marzo de 1898 sufrió una cogida en la ingle toreando en Caracas; el 23 de abril de 1911 en la plaza de Vista Alegre de Madrid sufrió otra cogida de gravedad. Tal vez la cogida más grave la sufrió en Madrid el 11 de mayo de 1913. De este último percance podemos leer en el siguiente enlace con el periódico “El Imparcial” del 12 de mayo de 1913 en la primera columna de la cuarta página.
Morenito de Algeciras toreó en Algeciras en los años 1895, 1900, 1902, 1904, 1905, 1907, 1908, 1909, 1912, 1914, 1915 y 1916. En este último año, el 14 de junio, Morenito se despidió de los ruedos en la plaza “La Perseverancia” de su ciudad natal. En el siguiente enlace con el diario “El Heraldo de Madrid” del 15 de junio de 1916, en la segunda columna de la tercera página, podemos leer la crónica de la última corrida y del rito del corte de la coleta por parte de su madre.
Diego Olivé falleció en Sevilla el 15 de mayo de 1950, a la edad de 77 años.     
La imagen que ilustra este artículo procede de la dirección sites.google.com/site/histalgimagenes/. A esta página, denominada “Historia de Algeciras en Imágenes”, se puede acceder desde un enlace de este blog.
  
Los ejemplares de prensa que se pueden consultar desde los enlaces de este artículo proceden de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

José Sánchez del Campo, "Cara Ancha"

Autor: Antonio Haro Camacho

José Sánchez del Campo, "Cara Ancha", nació en Algeciras el 8 de mayo de 1848 en el seno de una familia acomodada. Cuando tenía 14 años quedó huérfano de padre, trasladándose junto a su madre y a sus dos hermanos, Manuel y Pedro, a Sevilla. En la capital andaluza pasaron dificultades económicas, dedicándose José al oficio de pintor e iniciándose en el arte del toreo, participando en capeas.
Brilló como banderillero en las cuadrillas de Bocanegra y Antonio Carmona “El Gordito”.
El apodo “Cara Ancha” le venía de esa peculiaridad física que se aprecia muy bien en grabados de la época. A veces, el sobrenombre aparece escrito en una sola palabra (Carancha), como en el poema de Antonio Machado “Del pasado efímero”, donde el inmortal poeta andaluz escribe:
   Este hombre del casino provinciano
   que vio a Carancha recibir un día,
   tiene mustia la tez, el pelo cano,
   ojos velados por melancolía;
   …
Tomó la alternativa el 24 de septiembre de 1874 en la Real Maestranza de Sevilla, actuando como padrino Manuel Domínguez “Desperdicios” y Bocanegra como testigo. Confirmó la alternativa en Madrid, de manos de Lagartijo, el 25 de mayo de 1875.
Una de las grandes hazañas por la que es recordado “Cara Ancha” fue la ejecución de la suerte de recibir al toro Calceto, de la ganadería de Aleas, el día 19 de junio de 1881 en la plaza de toros de Madrid. Esta suerte, que no se solía ejecutar en esa época, la había intentado sin éxito “Cara Ancha”, sin conseguirlo en anteriores ocasiones. De este episodio procede su alusión en el poema de Machado. La crónica de esa gesta la podemos ver en este enlace con el periódico "El Imparcial" del 20 de junio de 1881, en la parte inferior de la tercera columna de la primera página.
A lo largo de su carrera sufrió tremendas cogidas de las que siempre logró reponerse. El 9 de abril de 1882 fue herido de gravedad cuando toreaba en Madrid en el mismo cuartel que Frascuelo, recuperándose y toreando ese mismo años quince corridas más en Madrid.
Tuvo una gran carrera llena de triunfos, siendo muy querido por el público y respetado por sus rivales.
Su carrera comenzó a declinar a finales de la década de los ochenta del siglo XIX, retirándose de los ruedos el 11 de noviembre de 1894 en Sevilla.  
Sólo dio una alternativa durante su carrera, la del torero sevillano Joaquín Navarro “Quinito”, en la plaza de Écija el 21 de septiembre de 1892.  
“Cara Ancha” toreó en la plaza de “La Perseverancia” de Algeciras, su ciudad natal, los años 1873, 1879, 1881, 1883, 1884, 1885, 1887 y 1891.
Falleció a los 77 años en Aznalcázar (Sevilla), el 31 de mayo de 1925.
Las tres imágenes de este artículo proceden de la página taurina www.aplausos.es