Autor: Martín Ángel Montoya Sánchez

Mis amigos y yo vivíamos en la confluencia de la calle Andalucía, Polígono del Tiro y Los Arcos. Íbamos en ropas domingueras, no podíamos pasar bajo los Arcos ni cruzar la vía por el paso a nivel (tenía una advertencia, en aspa, sobre un riel hincado en el suelo, que decía “Ojo al tren-Paso sin guarda”, y nosotros leíamos “Paso sin tren-Ojo al guarda”). Imposible cruzar el barrizal de la Perlita ni vadear las aguas del río hacia la Bajadilla. Nos volvimos a la altura de la Corchera Armstrong y los depósitos de carbón de la Renfe, a uno y otro lado de la vía.
Aún no estaba “El Tropezón”, que en principio fue un anafe de churrería, atado con cadenas al poste de la luz, del que colgaba una bombilla; era un chozo improvisado de cañas y unos trozos de toldo , para guarecerse del viento, del agua y del relente; coñac y aguardiente para los trabajadores de Gibraltar que tomaban los barquitos Aline o Margarita, de madrugada; el fuego ardía con “carboncilla”, y Manolo, con el paso del tiempo, fue edificando en mampostería el bar y su vivienda, a escondidas y con la vista gorda de los municipales.
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También estaba una bodega de Álvarez de Lara, que luego fue la carbonería del “Sordo Macho” (Domínguez), que era el romanero de la serranía; detrás, un depósito de corcho con grandes estibas como casas de tejas, que lindaba con las pilas de carbón y briquetas, barracones del tren, talleres, vías muertas, máquinas, materiales y servicios de Renfe.
En nuestro recorrido decidimos subir por la cuesta de “Pastillita” (actual calle Andalucía”; nuestra Escuela estaba en la calle Galicia, que daba al río por otras pasaderas que había que saltar de piedra en piedra. Frente la cerca de las vacas de “El Serranito”, el campo que sembraba de trigo y cebollas a la vera del regajillo de “El Tropezón”; arriba la era y un llano donde se ponían las redes para cazar jilgueros y trampas para zordillas, verdones, algún que otro zorzal; también el depósito de corcho donde hoy está la cárcel vieja, que una vez salió ardiendo, y frente, atravesando la carretera, la Corchera, en la que hacían los fardos con flejes para mandarlos al extranjero; recuerdo que era muy peligroso el corte del corcho con las sierras circulares.

Decidimos no cruzar la carretera, bajando por la cuesta del “Hormiguero”, donde estaba la panadería de Lucrecio, la escuela de Don Roque, el estanco y el bar “El Hormiguero”; en este bar se echaban las partidas de mus y se hablaba de las cacerías con trampas, de aguaderos y del paso, con grandes redes para las migratorias que pasaban el Estrecho. Frente a Lucrecio, en el patio del fondo, vivía la familia Martín, saga de fotógrafos que perpetuaban su nombre en el devenir del pueblo. Detrás del hormiguero había una fábrica de gaseosas.

Recuerdo que desde la Corchera, sus chimeneas exhalaban una gruesa nube de vapor porque estaban cociendo el corcho, y un manto de polvo negro que caía al suelo y que cuando hacía viento empolvaba la ropa y entraba molesto por la nariz y la boca.
Aquel día era espléndido, el río de la Miel, como ya he comentado, venía lleno y desbordado, con el nivel casi hasta las vías de la Estación por izquierda y hasta lo de las uralitas y materiales de construcción de Rafael Puya por la derecha. En esta parte del río, se decía que en tiempos árabes era una playita de aguas salobres riberadas por juncos y flores donde las “moritas” de la Villa Vieja venían de noche a bañarse, despojándose de las gasas de sus vestiduras, seguramente difuminada en la memoria las odas y leyendas cantadas por el poeta árabe Ibn-Abi Ruh y muchos otros de la época.
Continuamos, pasando por delante del Cuartel de Transeúntes, paralelo a la vía, por la que circulaba una máquina de maniobras que conducía los vagones del “pescadero” a la lonja, que salía después de concluir las subastas.
Cruzamos el Puente de la Conferencia y…
(Continuará)
Varias de las imágenes que ilustran este artículo proceden de la dirección sites.google.com/site/histalgimagenes/, denominada “Historia de Algeciras en Imágenes”. Otras proceden de la página algecirasayer.es. A ambas páginas, se puede acceder desde un enlace de este blog.
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