Autor: Manuel Gil González.
Se iniciaba la década de los sesenta y en la sociedad española y por ende en la de nuestra ciudad, comenzaba a respirarse un aire fresco y nuevo. Principalmente y sobre todo, por un turismo que empezaba a invadir al país y que nos traía nuevos modos y nuevas modas y por el impulso de la propia economía que empezaba a despegar con fuerza, dando lugar al inicio de una tímida pero imparable apertura que ya resultaría definitiva.
En Algeciras, por su privilegiada situación geográfica, estos nuevos tiempos se acentuaban de manera notable, motivada especialmente por el continuo y tradicional trasiego de gente a través de su pujante Puerto.
Por aquellas fechas, nuestra ciudad iba cambiando paulatinamente su fisonomía y en este trabajo nos detendremos especialmente en la remodelación de algunas calles céntricas, con preferente atención en una de ellas. Calles que aún exhiben parte de su pasado, aunque ya algo achacosas por el inevitable paso del tiempo.
Serían éstas las calles Libertad, Rocha y Ruiz Tagle, todas ellas en perfecto paralelo, nacidas en la confluencia con la calle Sevilla y que a un mismo nivel serpentean cuesta arriba hasta desembocar en el cruce con la calle José Román, donde terminan los sectores reformados, y las tres en animosa cabalgada hacia nuestro querido barrio de San Isidro.
Una vez citadas las tres calles hermanas, que fueron reformadas por la misma fecha, años 1960/62, nos detendremos exclusivamente en Ruiz Tagle, antiguamente denominada Jerez, ciñéndonos únicamente en su tramo hasta José Román, por haber sido protagonista en el año 1969 de un suceso que pudo resultar grave y que al final quedó sólo en anécdota para comentar.
Esta calle fue de siempre de animado paso de personas que transitaban hacia la parte baja de la ciudad, en busca del Mercado, del Puerto o del tradicional comercio que siempre ha caracterizado a esta zona. Pongamos por caso la emblemática calle Tarifa y otras adyacentes, y que luego regresaban normalmente por el mismo sitio, lo que daba lugar a un continuo paso de gente en uno u otro sentido.
Mirada desde la calle Sevilla, la calle Ruiz Tagle presenta una primera subida escalonada y a continuación un espacio central, tipo jardinera, con naranjos y variadas clases de plantas, que daban y aún dan, un regalo a la vista y un apetecible frescor en verano, que se agradecía. A los lados del jardín central, aparece una parte empedrada formando unas continuadas eses de color blanco sobre fondo negro, que fue una novedad en las calles de Algeciras por aquellas fechas y que en la actualidad se sigue conservando. (Creo recordar que en el suelo de la desaparecida y añorada Escalinata, en sus distintas alturas, también se utilizó este mismo material).
En este tramo de calle existían cuatro patios de vecinos, de los cuales hoy día aún resiste uno, que daban a la convivencia cierto aire de familiaridad y cercanía entre sus moradores, por lo que cualquier problema o acontecimiento que sucediera a alguno de ellos enseguida afectaba a los demás. En la Algeciras de los sesenta todavía existía ese clima de pueblo cercano y afectivo que indudablemente hoy ya es parte de la historia.
En el número 25 de la calle estaban instalados los estudios de EAJ 55 Radio Algeciras, posteriormente incorporada a la cadena SER. Por la sede de la emisora, en aquella época, pasaban las figuras del momento que llegaban a la ciudad, siendo fácil recordar, entre otros, a Jorge Mistral, Primo Carnera, Manolo Escobar, Joselito, José Legrá (estos tres últimos en pleno apogeo de triunfo y popularidad), y sobre todo a un Raphael, ya figura nacional e internacional, que llegó a colapsar la propia calle y, por unas horas, casi la vida local.
Precisamente en las instalaciones de la radio, ocurrió un hecho singular que pudo terminar en tragedia y que si no llegó a tanto, fue porque Dios así lo quiso, no porque no se diesen todas las condiciones para ello.
Fue en la noche del 14 de enero de 1969. La población era azotada por un fuerte temporal de levante. Sobre poco mas de la una de la madrugada, después de la emisión de un espacio radiofónico que tenía gran aceptación en la audiencia, dedicado a la gente de la mar, denominado “Ondas Marineras”, que presentaba el recordado Agustín Moriche. Los vecinos de la zona y con mayor sobresalto los residentes en el patio colindante con el edificio de la radio, oyeron un estruendoso golpe, seco, brutal y sintieron como las paredes y el techo de las viviendas parecían que se venían abajo. Más que sobresaltados, asustados, sin saber lo que pasaba, los vecinos del patio y de otras viviendas próximas, fueron saliendo al exterior y aterrorizados, veían o más bien tropezaban, con unos inmensos tubos, tronchados, no rotos, y con cables y mas cables esparcidos por todos lados. Como suele pasar en estos casos, lo primero que dejó de funcionar fue la luz eléctrica, lo que hacia aún mas dantesco el cuadro. Fueron momentos de gran confusión y si me lo permiten, de pánico. En esta larga madrugada, conforme fue pasando el tiempo, se pudo comprobar que el origen de todo era la caída de la antena de la emisora y que milagrosamente no había ocurrido ningún tipo de desgracia personal. Como por otro lado, los cables no eran portadores de corriente eléctrica, poco a poco fue restableciéndose la normalidad, aunque con todo el susto del mundo en el cuerpo.
Por último, y como colofón de este relato, es curioso hacer resaltar que en ningún momento se partió la antena en pedazos, que hubiese sido lo normal, sino que ésta quedó tronchada, en tantos trozos como obstáculos encontró en su caída, adaptándose a las alturas de las viviendas, y quedando tendida sobre las mismas, cuál alargado reptil que disfrutara tranquilamente de un profundo sueño.
De este hecho se hizo eco el periódico, aquí está el enlace donde se puede consultar, ABC de Sevilla en un artículo publicado el 18 de enero de 1969
De este hecho se hizo eco el periódico, aquí está el enlace donde se puede consultar, ABC de Sevilla en un artículo publicado el 18 de enero de 1969
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