Autora: Reyes Yera Guerrero
Era el año 1955, entonces yo tenía 13 años. Una mañana de verano llegó a mi casa mi amiga Juani Meléndez y me dijo: “Reyes, están echando en el cine Avenida una película de Parrish”. Ese era un artista americano muy guapo que a las niñas de aquella época nos gustaba mucho. Yo le dije que sí, pero mi madre me dijo que tendría que llevarme a mis hermanos también al cine y que sin ellos no me dejaba ir. Eso no le gustó a mi amiga Juani, que me dijo que no iba al cine con mis hermanos.
Entonces fui a la calle Buen Aire, donde vivía mi otra amiga, Carmen Repullo. Su madre dijo lo mismo que la mía, que tendría que llevar al cine a sus hermanos. Ella tenía a Fani, Juanito y Pilar, más pequeños que ella, y yo a mis hermanos José Luis, Esperanza e Inmaculada.
El cine Avenida estaba situado en la actual avenida de las Fuerzas Armadas, justo desde el edificio del doctor D. Jaime Font hasta el edificio de los militares. Era un trozo del parque, un cine de verano muy bonito. Recuerdo a mi abuela planchando los trajes y cancanes de las niñas, que se almidonaban. Yo parecía una princesita, como le decían las vecinas a mi made: “Va tu Reyita preciosa, como una princesita”.
Bueno, ya estábamos todos arreglados y dice mi madre que tenía que llevar una fiambrera con una tortilla y plátanos para que nos lo comiéramos en el cine y la metió en una talega. Entonces no había plástico. Yo dije que no llevaba la talega, pero mi hermano dijo que sí y la cogió. Yo llevaba un bolso grande de rafia que hacía juego con unas zapatillas también de rafia. Yo era muy coqueta, de siempre, desde que era una niña.
Ya por fin todo listo, nos fuimos a buscar a mi amiga Carmen, a la calle Buen Aire, y también ellos estaban preparados. Su madre había hecho pescado frito y una tortilla, parecía que se habían puesto de acuerdo para que tuviéramos que ir con la comida al cine, cosa que a mí no me hizo gracia ninguna.
Antes de ir al cine fuimos a comprar a un kiosco de la calle Sevilla. Llevábamos una peseta y compramos dos gordas de chufas, dos de altramuces, dos de regaliz y con las cuatro gordas que sobraban fue mi hermano a la Palma Real y compró pipitas de girasol, que estaban calentitas, acabadas de tostar.
Ya nos fuimos para el cine, que se nos venía la hora encima y no íbamos a coger buenas sillas. Teníamos las dos, Carmen y yo, dinero sólo para seis entradas, que costaban a tres pesetas cada una.
Yo compré tres entradas, en total nueve pesetas, y entramos mis tres hermanos y yo sin que el portero nos dijera nada, ya que mi hermana pequeña no tenía que pagar. Detrás de nosotros venía mi amiga Carmen a la que le dijo el portero: “Estas niñas mellizas tiene que pagar una entrada para pasar las dos”. Se estaba refiriendo a la hermana pequeña de Carmen y a la mía. Entonces le dijo mi amiga Carmen: “Usted no tiene ojos en la cara. Mi hermana no se parece en nada a esa niña tan fea”. La niña fea de la que hablaba era mi hermana. No vean como yo me puse, diciéndole de todo a mi amiga. Mi hermana era rubia, con unos ojos azules preciosos y llevaba puesto un peto blanco muy bonito. Yo, tocante a mis hermanos era una fiera. Bueno, el portero al final le dice que meta a las niñas en el bolso y al final nos dejó pasar a todos.
Comenzó el NODO, en el que siempre salían el fútbol, los toros y Franco pescando e inaugurando cosas. En ese momento, en el silencio del cine, Juanito le dice a su hermana: “Carmela, dame ya el pescado que tengo mucha hambre”. La hermana se lo dio pero él quiere más y para que se calle se lo da todo, mientras yo le decía: “Dale el pescado que nos van a echar a la calle”.
Yo a mis hermanos los controlaba, pero con Juanito no se podía. No pudimos ver bien la película porque Juanito también quería ir al servicio a cada momento. Mi amiga y yo dijimos que mejor hubiera sido quedarnos en casa jugando a las mariquitinas o a los cromos que haber ido al cine y que ya no iríamos más al cine con los hermanos.
Mi amiga Juani nos dijo después que ella sabía lo que iba a pasar y que por eso no había venido con nosotros.
Así fue mi juventud en la que yo era muy feliz.
Me encanta lo que has escrito, Reyes
ResponderEliminarjajaja muy bueno Reyes... Es lo que tiene ir al cine con los pequeños.
ResponderEliminar¿como te puedes acordar de todo? estas cosas te hacen única, un besito de vanessa
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